“Las
ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas
del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a mar a sus maridos y a sus hijos.”
Tito
2:3-4
Enseñar: Significa transmitir un conocimiento, algo
que ya sabemos y lo hemos puesto en práctica; puede ser positivo o negativo, el
cual va a influir en la vida de la persona, en este caso nuestros hijos.
Las ancianas, se puede referir a las mujeres de
mayor edad que sirven en la iglesia y tienen un mayor conocimiento de la
palabra de Dios; han demostrado una
madurez espiritual guardando su
testimonio. No se puede establecer una categoría entre ancianas o jóvenes,
cuando nos referimos al conocimiento de la Palabra de Dios; podemos llamar anciana a una joven hermana
que por su caminar con Dios, demuestra
tener mayor conocimiento a una hermana
recién convertida que cuenta con más
años de vida.
Nos podemos mover de arriba hacia abajo; las
hermanas mayores, su responsabilidad es
mayor, porque el nuevo estilo de vida es sólido y consistente, y va mas allá de
la cultura, época o situación geográfica.
El apóstol Pablo le habla a Tito y le dice que las
mujeres deben ser de una manera diferente como tenían por costumbre
comportarse, lo que no agradaba a Dios; Pablo le enseña a Tito, el modelo perfecto de una anciana aprobada en la iglesia, que sería el testimonio de su vida para la
sociedad.
Lo bonito de la Palabra de Dios es que se cumple para los tiempos y en todos los tiempos; nosotras hoy día podemos apropiar estas
enseñanzas y ponerlas en práctica.
¿Cómo podemos hacer esto en nuestro hogar y en
nuestra vida?
“Sed imitadores de mi, así como yo de Cristo.” 1 Corintios
11:1
La instrucción es directa, nuestro propio ejemplo
cristiano, nos permite enseñar lo bueno.
1.
Demostrar
lo que es bueno, tiene que ver con “Presentándote
tu en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando
integridad y seriedad.” Tito 2:7
En otras palabras: Demostrar con
nuestras vidas aquello que estamos tratando de comunicar; si no lo hacemos, lo
que estamos diciendo se te echara en
cara.
El decir y el hacer cobra vida por la forma en que se
dice y se hace, todo va ligado a la actitud que asumimos; el tono de voz;
nuestra forma de comportarnos es nuestra carta de presentación.
Cuando las personas observan
nuestra consistencia y ven nuestro persistente amor por Cristo y por los demás,
nuestras “palabras” adquieren un mayor significado.
- La enseñanza efectiva debe estar basado en un ejemplo vivo, un dinámico estilo de vida que glorifique a Dios, podemos enumerar muchos factores que nos permiten ser maestras del bien,
- Una mujer que quiere enseñar lo bueno, conoce la Biblia, el manual por excelencia que pueda aplicarlo a su vida. No podemos enseñar lo que desconocemos; que sus hijos nunca sepan más de la Palabra de Dios que usted que es su madre, esfuércese por ser una madre entendida en las cosas del Señor. “La Palabra de Dios more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” Colosenses 3:16.
3 Tal como en los días de
Josué y sus descendientes, nosotros hoy nos encontramos ante la enorme necesidad de afirmar el Evangelio en nuestros hijos; debemos conducirlos a un
encuentro cara a cara con las enseñanzas y el señorío de Jesucristo. La
generación de Josué falló; sus hijos “…no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por
Israel” (Jue. 2:10).
Nuestros hijos necesitan
nuestra presencia mucho más que las cosas que podamos brindarles para su
“bienestar”. La relación constante y el mensaje de aceptación les permitirá a
ellos abrir su corazón para recibir las semillas de instrucción que tanto
necesitan y sentirse seguros al aceptar que lo que creemos, practicamos y les enseñamos es lo correcto.
4. Debemos tener un cuidado muy especial en la
formación del carácter y la salud emocional de nuestros hijos. Proverbios
4:23 dice: “ Sobre toda cosa guardada , guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” Hay que aprender a tener
oídos que escuchen su corazón, nunca atacarles con ideas preconcebidas, antes bien,
escucharles con asertividad. Uno de los
cuidados más importantes en los que debemos concentrarnos, es en cuidar su
corazón, ellos son muy sensibles a la aceptación y la bendición, pero también
al rechazo y la indiferencia.
Entre todas las cualidades que nuestros hijos deben desarrollar, se encuentra las cualidad del carácter. Para muchas madres solteras, el desarrollo del carácter, es una de las áreas mas difíciles de trabajar; la mayoría aún luchamos con la sombra de sentirnos aceptadas y valoradas por las capacidades y logros que podamos evidenciar. Esto resulta una trampa que impide desarrollar una relación de absoluta de confianza en Dios, porque toda nuestra naturaleza está orientada a “lograr algo” para ser aceptadas. El carácter debe estar afianzado en la persona y obra de Jesucristo, nunca en las capacidades humanas, porque terminaremos por distorsionar los valores de nuestros hijos.
Entre todas las cualidades que nuestros hijos deben desarrollar, se encuentra las cualidad del carácter. Para muchas madres solteras, el desarrollo del carácter, es una de las áreas mas difíciles de trabajar; la mayoría aún luchamos con la sombra de sentirnos aceptadas y valoradas por las capacidades y logros que podamos evidenciar. Esto resulta una trampa que impide desarrollar una relación de absoluta de confianza en Dios, porque toda nuestra naturaleza está orientada a “lograr algo” para ser aceptadas. El carácter debe estar afianzado en la persona y obra de Jesucristo, nunca en las capacidades humanas, porque terminaremos por distorsionar los valores de nuestros hijos.
Lo
que desvía a nuestros hijos de Dios, no
son pecados feos y grotescos, tampoco son vicios o inmoralidad descarada, se
trata de una influencia mucho más sutil; está relacionado con la forma de
pensar y ver la vida, es decir, su “cosmovisión”. Se trata de aquello que
envuelve nuestros sentidos y se refleja en las decisiones que tomamos.
Es
por ello que no es suficiente tener buenas intenciones o experiencias bonitas;
nuestros hijos necesitan conocer la
verdad de la Palabra de Dios, pero la verdad revelada y encarnada en su
corazón, la cual está arraigada en la persona del Señor Jesucristo.
Esta
es la tarea más importante que como
madres solteras tenemos que cumplir, conducirlos apropiadamente para que ellos experimenten gozo y plenitud al
rendirse al señorío de Jesús. (Col.
2:8-10).
Enseñar lo que es bueno no es una receta que se puede tomar a la
ligera, como lo presenta el mundo a nuestros hijos “En una muy atractiva presentación
pero su efecto es mortal, un poco de aquí, con algo de allá, todo bien mezclado
sin complejos religiosos; Biblia + Sicología + Humanismo + etc. Todo se vale,
todo es bueno, todo se tolera, especialmente si está bien mezclado".
Enseñar lo que es bueno es un mandato de Dios; debemos ser un modelo para ellos de semejanza
a Cristo, guiándolos a través de un proceso de formación espiritual y mediante
una relación personal y relevante con Jesús y su Palabra.