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martes, 9 de agosto de 2011

LA BENDICIÓN DE SER ABUELA









“Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” 2Timoteo 1:5
Las abuelas son madres dos veces, de sus hijos y de sus nietos.


Las abuelas nunca deben privar a sus hijos de la bendición de ser padres. Los hijos tienen el derecho a criar, disciplinar y a compartir con sus propios hijos; aunque a juicio de las abuelas sean demasiado jóvenes y sin experiencia.





Las abuelas deben ser mujeres de fe, deben transmitir una fe genuina fundamentada en la palabra de Dios, que contagie a sus hijos y a sus nietos.

Nuestra fe debe ser de acción, cada pensamiento y cada movimiento debe estar fundamentado en la verdad; no debe ser de reacción, en las quejas, lamentos, murmuraciones y falta de amor.


Las abuelas debemos ser mujeres espirituales, mujeres de oración, mujeres de testimonio.

Ser abuela es una experiencia inolvidable, es una forma de vida que no tiene precio; poder ver crecer a esas personitas que con su inocencia cautivan cada parte de tu ser, convirtiéndote en una persona especial. Gracias a Dios por permitirnos vivir esta etapa de la vida.


Una abuela de fe, produce una hija de fe y una hija de fe produce hijas de fe; lo conocemos como la fe generacional. Esa es la mejor herencia que se le puede dar a una nieta o nieto.





¡Es tan sencillo querer a quienes son casi hijos sin serlo! ¡Menos responsabilidad!, ¡un amor "más aprendido"! Sobre todo, una complicidad hermosa.



Soy abuela de dos niñas: Keyla de 4 años y Kayli con dos semanas de vida; son dos vidas hermosas que Dios permite que yo pueda influir en sus vidas; la forma como yo me comporte, hable y piense será determinante para que mis nietas puedan vivir su niñez con la figura correcta o incorrecta de la abuela dentro de su familia.




Desde que mi primera nieta Keyla nació, se convirtió en mi nieta inseparable; puedo contar innumerables vivencias, anécdotas que vivimos juntas; pero si hay algo que yo recuerdo siempre, es como ella me dice todas las noches: abuelita cuéntame una historia, vamos a orar y vamos a cantar, que quiero soñar con Dios.
Recuerda “abuelita, ¡juntas para siempre!”

Mi oración:

Mi querido Dios, gracias por permitirme conocer a estas dos hermosas criaturas; gracias por darme el privilegio de ser su abuela.
Ahora te pido que me des la sabiduría para transmitirle a ellas una fe no fingida; un amor por tu Palabra y que cada cosa que haga sea para glorificar tu Nombre; que mi andar sea limpio, que puedan ver ellas en mí una mujer fiel, agradecida, digna de llevar tu nombre.
Dame un corazón limpio y una voluntad decidida a ser obediente toda mi vida.
Concédeme la gracia para verlas crecer en tu verdad, que a medida que van creciendo puedan ver ellas en mí, a su amiga y una abuela fiel a tus estatutos.
En el nombre de Cristo Jesús
Amén

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