miércoles, 27 de octubre de 2010
El corazón, el asiento de las emociones
"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
porque de él mana la vida” Proverbios 4:23
El corazón, se sabe, es el asiento de las emociones y de la voluntad de las personas. Es por ello que cuando pensamos en el corazón, pensamos en el espejo del alma, el espejo de lo que realmente somos. Las Escrituras consideran al corazón como la esfera de la influencia divina; denota el asiento de la vida física, el asiento de la naturaleza moral y de la vida espiritual, del gozo, de los deseos, de los afectos, de las percepciones, de los pensamientos, de la voluntad, etc.
En ocasiones nos encontramos con un corazón que está manchado, deteriorado, dolido por preocupaciones y los problemas del diario vivir; “No se turbe vuestro Corazón; creéis en Dios, creed también en mí.” Juan 14:1, lo encontramos sufriendo de un terrible mal como es la vanidad y el egoísmo. “Sino el del interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” 1Pedro 3:4.
El corazón, desde el Antiguo Testamento, se tiene como el centro del conocimiento y de la sabiduría y como sinónimo de “mente” y también como centro del carácter moral.
Simboliza el fuero interno del ser humano, su propia persona. Como tal, es la fuente de todo lo que hace.
Como mujeres siempre nos hemos preocupado por nuestro aspecto externo, y no es malo, a Dios le agrada lo limpio y lo bello, por ende nos creó hermosas, y él espera que nos mantengamos así. Solo que no debemos olvidar que todo lo hermoso y bello que tenemos y como nos sintamos brota de nuestro corazón; así que, si solo pensamos en la belleza física como principal motivo de nuestra diario vivir, tenemos un problema de corazón; una enfermedad que poco a poco va a ir apartándonos del creador de toda nuestra belleza externa, Dios.
Podríamos hacer una lista de todos los malos sentimientos que surgen cuando perdemos el enfoque de lo que realmente Dios quiere que hagamos con nuestro corazón: "Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez"(Marcos7:21).
Necesitamos identificar cómo está nuestro corazón, y cuál les es el motivo por el cual queremos estar siempre bellas. Para eso te muestro algunos síntomas de lo que podría ser una enfermedad en tu corazón:
1. Tu mirada no está enfocada en Dios: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente" (Mateo 22:37). Él te ama desde siempre. Por ello prolonga tu vida; el creer que Dios nos ama y perdona todo no es falso, pero, si es verdad que a los que Dios tiene por hijos también los disciplina, porque nos ama; entonces quitar la mirada y fijarla en cosas materiales y vanidades, es el primer síntoma que nuestro corazón no está honrando al que lo creó.
Solamente piensa como te sentirías si te dicen que todo lo que tú hiciste para tu trabajo o para tu hogar, otra persona lo va a usar para ganarse méritos que no le corresponden; así se siente Dios cuando le damos la honra a lo creado y no al creador.
2. Que nuestra preocupación no esté solamente en nuestra persona, nuestra estética, nuestros gustos y deseos.
El narcisismo es una palabra que tiene sus orígenes en la antigua Grecia; la personalidad narcisista se caracteriza por un patrón grandioso de vida, este se expresa en fantasías o modos de conducta que incapacitan al individuo para ver al otro. Su visión de las cosas es el patrón al cual el mundo debe someterse. Para los narcisistas el mundo se guía y debe obedecer a sus propios puntos de vista, los cuales considera irrebatibles, infalibles, auto-generados. Las cosas más obvias y corrientes, si se le ocurren a él o ella, deben ser vistas con admiración y se admira en la expresión de las mismas. Hay en el Narcisista una inagotable sed de admiración y adulación. Esta necesidad lo incapacita para poder reflexionar tranquilamente y valorar serenamente la realidad. Vive más preocupado por su actuación, en cuanto al efecto teatral y reconocimiento externo de sus acciones, que en la eficacia real y utilidad de las mismas. En resumen, las personas narcisistas, aún cuando pueden poseer una aguda inteligencia, esta se halla obnubilada por esa visión grandiosa de sí mismas y por su hambre de reconocimiento.
El ejemplo perfecto de amor, de dar y entregarse por otros es Jesús, él se entregó y dio su vida por nuestros pecados, siendo Dios se encarnó y sufrió lo indecible por nosotras; nuestro corazón no puede estar enfocado en nosotras mismas; debe estar dirigido a mostrar amor por los demás, buscar las almas perdidas, entregar nuestra vida por otros, servir con amor, sin esperar nada a cambio. “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿Cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 1Juan 3:16-18.
Son estas las preguntas que deberíamos hacernos:
1. ¿Cuándo te miras al espejo, pero al espejo de tu alma, a quién te gustaría ver?
2. ¿Cuándo miras el reflejo de tu alma, a quién reflejas realmente?
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” Salmo 51:10
La belleza de una mujer no está en las ropas que usa, la figura que ella tiene, o la forma que peina su cabello.
La belleza de una mujer debe verse en el interior de sus ojos, porque esa es la puerta del corazón, el lugar donde habita "el amor".
La belleza de una mujer, no está en su rostro; la verdadera belleza de una mujer está reflejada en su alma.
Es el cuidado que amorosamente brinda al prójimo; la bondad y el desprendimiento que ella muestra hacia los demás.
Eso...Oh Padre, es el deseo de mi corazón en este día.
Crea en mi oh Dios un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí. Hoy, me decido a pedir un corazón limpio y un espíritu recto. Tener un corazón limpio es disfrutar de la obra de Cristo aplicada a mi corazón y un espíritu recto es el espíritu que no se desvía tras las vanidades y placeres de este mundo, mas su conexión perfecta está en Dios su creador.
Si hoy camino por la vida con un corazón limpio y un espíritu recto dentro de mí, entonces tendré una vida limpia y una vida recta. Ingredientes esenciales para desenvolverme manteniendo el equilibro en un mundo dominado por el pecado.
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precioso y muy acertado
ResponderEliminarGracias
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