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martes, 9 de noviembre de 2010

Cuidando nuestro cuerpo, hecho a imagen y semejanza de Dios


“El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.” 2Corintios 1:4
Todas estamos sometidas a acontecimientos estresantes a lo largo de nuestra vida. Una persona puede sentir, por ejemplo, ansiedad ante uno de estos acontecimientos. La ansiedad conlleva una serie de síntomas físicos, como palpitaciones y liberación de las llamadas hormonas del estrés. Cuando la ansiedad se produce muy a menudo, no es extraño que pueda acabar produciendo enfermedades físicas o alteración del funcionamiento de determinados órganos. Es decir, nuestros estados emocionales influyen en nuestro cuerpo (por ejemplo, se ha visto que en las personas deprimidas también suele darse un debilitamiento del sistema inmunitarioLas emociones, no surgen de la nada, sino que están relacionadas con nuestro modo de interpretar lo que nos sucede. Si interpretamos algo como amenazante sentiremos ansiedad. Esta reacción puede dar lugar a síntomas como dolores de estómago o de cabeza, tensión muscular, enfermedades infecciosas o enfermedades respiratorias, tal y como han demostrado algunos estudios en los que se ha visto cómo pueden aparecer estos síntomas tras un acontecimiento estresante.



Nuestra forma de ver el mundo también influye en los síntomas de enfermedad que ya presentamos. Las personas con sentimientos y pensamientos de desesperanza, desamparo y depresión que, además, tienen poca capacidad para enfrentarse a situaciones estresantes o resolver los problemas de sus vidas (la llamada capacidad de enfrentar el problema, peligro o situación), tienen más probabilidades de tener enfermedades con largos periodos de aflicciones.
Nosotras podemos ser victoriosas sobre nuestras emociones con la ayuda de Dios; ¿Cuáles son estas emociones que están siendo difíciles de ser controladas en tu vida?
Depresión, ansiedad, soledad, fracaso, ira, enojo, amargura, amor romántico, orgullo, culpa, temor, otros
Los estados somáticos y enfermedades en tu cuerpo tienen origen en la mente y son el reflejo de una dificultad que va más allá del cuerpo y definen el alejamiento de tu “ser esencial”
La salud, como la “no salud”, es el reflejo de tus creencias. Cada cambio que tu cuerpo experimenta sólo puede comenzar a sanar, cuando tú empiezas a sanar tu relación esencial interna con Dios.



Las enfermedades implican la necesidad de plantearte verdaderos cambios de comportamiento; estos pueden modificarse con la programación de tus creencias y convicciones, para que sean generadoras de vitalidad y entusiasmo, es decir, estés en constante crecimiento
Como ejemplo de señales, un dolor de cabeza está indicándote que tú te encuentras con una dificultad de autodominio y de reconocimiento de tu propio deseo insatisfecho.
Los dolores del cuello, implican ciertos estados de terquedad; la tos manifiesta tu necesidad inconsciente de ser reconocido o que te resistes a hacer algún cambio.
Los dolores ubicados en la parte baja de la espalda, te dan indicios de la preocupación por la escasez de dinero, lo mismo que la ciática. La parte alta de tu espalda, se relaciona con la creencia de que careces de apoyo emocional. Los pulmones, se vinculan con tu facultad para inspirar la vida plenamente; y así con cada parte del cuerpo.
Toda dolencia o malestar físico, es un estado de auto-culpa que tú generas, por el hecho de no haber podido resolver una determinada situación. Es decir, el “no perdón” es un estado de auto-juzgamiento, que determina una enfermedad en tu cuerpo.

“Enfermedad”, es una palabra compuesta del latín “in-firmus”, que significa “Sin Firmeza”. Si comienzas a erradicar el sentimiento de culpa; estarás dejando las cárceles del saboteo mental en el que el diablo te quiere tener, y te liberarás de estas ataduras. ¿Estás sana en realidad? ¿Celebras tu vida poniendo primeramente a Dios en tus pensamientos? Mientras más ganas de vivir tienes, más en equilibrio estarás contigo mismo y con el mundo.
Encuentra el equilibro en tu conexión directa con Dios, así tu mente rebozará de gozo y plenitud y tu cuerpo será su fiel reflejo.

La mujer que es psicosomática, la enfermedad forma parte de sí misma: “ soy nerviosa” "tengo úlceras en el estómago" ”sufro de dolor en las piernas, "soy asmática". La enfermedad es parte de ella, y ella es la enfermedad.


La Biblia habla de las 9 manifestaciones del fruto del Espíritu en Gálatas 5:22-23 “Mas es el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Si pudiéramos aprender de una vez y para siempre que cada uno de estos frutos son el remedio para prevenir enfermedades en el cuerpo producidas por las emociones, estaríamos libres de tanto dolor y pesar en nuestras vidas.



Las emociones en sí, no son el problema, porque Dios, es un Dios de emociones; fuimos creadas a su imagen y semejanza, por lo tanto tenemos emociones, ¿cuáles son esas emociones?
Dolor, Tristeza - Génesis 6:6
Enojo, decepción – Isaías 1:11-14
Amor, alegría, gozo – Sofonías 3:17
Tristeza, dolor enojo – Marcos 3:5
Alegría, asombro, regocijo – Lucas 7:9
Llanto – Lucas 11:35
Gozo – Hebreos 12:2
La única diferencia es que Dios las sintió por nosotras, él, en ningún momento las uso como motivo para autodestruir su cuerpo, y mucho menos para que nosotras las usáramos como un arma en contra de nuestra salud física.

En Gálatas 5:19-21 vemos cuál es el verdadero origen de todas las aflicciones que están en tu vida y la mía: La carne, que habita en cada persona; el cuerpo por naturaleza es pecaminoso, no podemos dar lugar a cada de las obras de la carne porque estaremos siempre expuestas a caer en el juego de Satanás, el es el único que se goza viendo como cada mujer se autodestruye al dejarse llevar por las emociones. Como un pequeño ejercicio, piensa que manifestación de la carne produce en tu cuerpo una alteración emocional que puede provocarte un dolor de cabeza, ¿será la ira, contienda, envidia, celos, etc.?
Solamente con la ayuda de Dios, podemos vivir, y digo vivir, porque es día a día, que necesitamos luchar contra la carne; cada día de nuestras vidas necesitamos estar en contacto con Dios para que podamos ser vencedoras.

Cuando las presiones emocionales ya están en tu vida y luego eres salva; hay varias cosas que puedes hacer antes que se vuelva menos grave.

Reconocer que se está formando o hay un problema, significa que habrán personas que te van a decir que tu no estás bien, que algo está pasando que ha alterado tu personalidad.
Si reconoces que hay un problema puedes acudir a la esposa del pastor, a tu maestra de escuela dominical y en última instancia al pastor, si no se puede resolver el problema que te acosa. Estas personas pueden ayudarte respetando la privacidad en tu vida.
Es natural que nuestra carne, no quiera buscar ayuda cuando más la necesitamos, el diablo se goza viéndonos sufrir, el transmite a tu orgullo el pensamiento “no quiero que nadie lo sepa, para que no se burlen de mi”. Cuando te hablo de buscar ayuda en hermanas de la iglesia, lo hago pensando en personas que son maduras espiritualmente.

Una forma de medir tu madurez espiritual, es si aceptas que hay un problema y necesitas ayuda, entonces, podemos pensar que puedes controlar tus emociones; veamos algunas reacciones que dicen si tienes tu vida emocional en control o tratas de tenerla:
1. Tienes capacidad para enfrentarte de forma positiva con la realidad
2. Tienes capacidad para ajustarte a los cambios y no dejas que ello
te haga sentir excesivamente derrotada.
3. Estás relativamente libre de los síntomas producidos por tensiones
y ansiedades malsanas como: dolor de cabeza (frecuentes); presión alta o baja;
ansiedad constante (deseo de estar comiendo algo o estar ocupada).
4. Eres capaz de hallar mayor satisfacción en dar que recibir.
5. Eres capaz de mantener una relación con otras personas en forma positiva
y sin provocar amarguras, enemistades constantes.
6. Eres capaz de usar tus talentos y dones que Dios te dio con mayor plenitud,
libre de pena y temor.
7. Eres capaz de amar.
8. Facilitas y promueves los frutos del espíritu.
9. Tienes capacidad de reconocer con toda honestidad tus puntos fuertes
y tus puntos débiles, para hacer las correcciones pertinentes en
obediencia a Dios.
10. Tienes la capacidad de aceptarte y confiar en ti.
11. Enfocas los problemas de forma optimista.





Dios nos ofrece su paz en medio de cualquier circunstancia, Ėl, es el Médico de Médicos, búscalo siempre y sanará tus heridas. “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová…” Jeremías 30:17a

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