“Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.
Mateo 28:20
Cada año para esta época se celebra “la navidad”, si bien es cierto, mucha gente la festeja de diferente forma; son pocos los que conocen la verdad que Dios ha revelado a su pueblo: “He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre “Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.” Mateo 1:23. Este texto mucho más que una bonita expresión, es la experiencia propia del Creador del universo que dejó su gloria celestial y bajó a la tierra para cumplir su obra y que gocemos nosotros de su divina presencia.
El momento más significativo de mi vida fue cuando el niño de Belén, nuestro señor Jesucristo, nació en mi corazón, y desde ese momento gocé de la vida eterna. Este regalo inmerecido que Dios me dio, me llevó a gozar de su presencia y nada de lo que soy hoy hubiera podido ser sin su amor y misericordia.
Yo sabía que no podría moverme a ninguna parte, no daría un solo paso, sin tener la certeza que Dios estaría conmigo; la presencia del Señor Jesús debe estar en nuestro andar diario; convencidos de esta verdad y tener la certeza que lo que hacemos está aprobado y respaldado por Jesucristo, “…Porque separados de mi nada podéis hacer”. Juan 15:6c.
Cada una de estas promesas las he vivido en los últimos dieciséis años como madre soltera; yo inicié una nueva etapa de mi vida acompañada de mis hijos, y no la habría sobrellevado si no fuera por el amor y la misericordia que el Señor Jesús tuvo por mí.
Dios me dio dos hijos o mejor dicho, me los prestó para que administrara sus vidas que por su gracia son sus hijos también; gozan de la vida eterna y cada uno le sirve de diferentes maneras; Jaime Cesar, joven empresario, disfruta de su presencia y de sus ricas bendiciones; Libny, llamada a servir tiempo completo en la obra, está casada con Samuel Ruiz, misionero a Chihuahua, México, tienen una obra que ya está teniendo frutos que prevalecen; tengo dos nietas Keyla de cinco años, y Kayli de solo cuatro meses ellas también son misioneras a Chihuahua.
Antes que yo pudiera ver todas estas bendiciones, pasamos por muchas pruebas; hubo momentos en que pensé que no podría seguir adelante; me debilitaba, y el desánimo hacía presa de mi; la promesa que Dios iba a estar siempre con nosotros, me daba la fuerza para seguir adelante; Dios con nosotros, es lo que nos debería animar a seguir adelante; Dios con nosotros es la seguridad, la confianza que hay en la vida de cada creyente que el señor Jesús nos cuida.
Me siento muy contenta de poder hablarles de mis hijos; regalos de Dios, que ya son tres, con Samuel, que ha venido a ser un esposo amoroso, un padre ejemplar y un fiel siervo del Señor; quince años atrás, es probable que si me hubieran dicho que estaría gozando de todas estas bendiciones, creo que me reiría, hasta me disgustaría con esa persona, porque mi vida era un caos, un tormento completo, no veía salida a mi situación y mis hijos estaban muy desorientados igual que su mamá.
Fue poco a poco que apropié esa promesa que Dios está con nosotros todos los días de nuestra vida, y pude comprobar los beneficios que esta verdad conlleva; mis hijos fueron salvos, asistían a la iglesia, se entregaron los dos a servir tiempo completo a la obra; mi hija, dejó todo y fue a estudiar a un colegio bíblico, donde encontró a su esposo y hoy, los dos, le sirven como misioneros.
Como madre soltera, puedo ver cómo, con la ayuda de Dios, rompimos las cadenas de la maldición del divorcio, en nuestra familia; mi hija está felizmente casada con un varón de Dios, y el único deseo de ellos, es servirle hasta que él decida llevarlos a su presencia.
Mi vida en estos años ha estado llena de bendiciones y más bendiciones, me he podido gozar en el ministerio sirviendo a Dios; y hoy con un comedor Infantil “Pan del Cielo”, que nos ha permitido llevar el alimento físico y espiritual a muchos niños; el ministerio de perlas preciosas a madres solteras; he recibido todo lo que he necesitado y más, me siento indigna de recibir tanto amor de mi señor Jesucristo.
La verdad de la navidad es: Dios con nosotros, todos los días es navidad para mí, todos los días puedo gozar la bendición de tener a Dios conmigo; me gozo al verlo en cada cosa que pasa en mi vida, en cada objeto que está a mi alrededor; en la lluvia, me gusta cuando llueve; en el cambio de las estaciones, otoño es mi favorita; cuando escucho las aves cantar; ver el amanecer; disfrutar de ir a la playa y ver las olas del mar; ver a mis nietas crecer, y que yo puedo contribuir en su crecimiento espiritual, enseñándoles en la casa como la abuelita a hacer las galletas de navidad y en la iglesia como su maestra de escuela dominical; ¿cómo no estar agradecida con Dios y darle gracias por estar con nosotros todos los días de nuestra vida?
Querida hermana, para poder tener la certeza que Dios está con nosotros, debemos conocerle íntima y personalmente; nuestra alma, corazón y mente debe estar lleno de él; conocer a Dios es mucho más que sólo saber cosas acerca de Él; es llegar a tener una relación personal más profunda con Él, como resultado de buscarle en medio de nuestro dolor y alegrías; descubrir que es todo para nosotras. Solo en la proporción que le conozcamos llegaremos a tener la convicción que Dios es con nosotros.
Te animo hermana, a que busques a Dios y confíes en él, no como un estado mental pasivo,
Es mi oración que le demos gracias a nuestro Padre Celestial por la bendición de concedernos el don de su Hijo Jesucristo; tener a nuestras familias con nosotros y poder alabarle y honrar su nombre.
Guardémonos fieles al Señor Jesús, cuidemos la comunión con nuestro Salvador y tengamos presentes que separados de Él, nada podemos hacer.
Es el tiempo de experimentar que Dios está con nosotros, en todo momento, en toda circunstancia difícil, y que podemos contar con Él eternamente y para siempre.
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra.” Efesios 4:14-15
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