martes, 7 de septiembre de 2010
Enseña a orar a tus hijos
Enséñales a Orar
“Y esta es la confianza que tenemos en él que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” 1 Juan 5:14
La oración es conversar con Dios. Para muchos es algo que no es común practicarla, que no está dentro de su programa de actividades o señalada en la agenda; se ha creado el estereotipo que solo los pastores o la familia pastoral deben orar, que la oración debe usarse para emergencias o para pedir y no pasa de unos minutos el hablar con Dios.
Debe ser nuestro deseo que nuestros hijos aprendan a orar, que puedan tener una comunicación directa con nuestro Señor Jesucristo; que ellos entiendan que todas nuestras necesidades las puede suplir Dios.
Primeramente debemos inculcar en ellos que la oración va al Padre; nuestro padre que representa la cercanía, la relación, comunión, confianza y el conocimiento que es a el a quien elevamos nuestra petición; como hijos suyos nos enseña que el medio para acercarnos a Él, es a través de su amado hijo Jesucristo.
En la oración estamos invocando al Altísimo, que domina sobre todos, que su reino está en los cielos y para Él no hay nada imposible, conoce todo lo que pasa a nuestro alrededor; Él, quiere que le pidamos todo lo que necesitamos, esperando que cumpla en nuestras vidas las oraciones de acuerdo a su voluntad perfecta
Para eso es necesario que nos acerquemos a Dios con un corazón contrito y humillado, desechando toda altivez y arrogancia; que tengamos un corazón limpio y caminemos guardando sus mandamientos; confesando nuestros pecados y apartándonos de todo mal.
Pedirle a Dios la fortaleza para resistir la tentación y salir airosos, apoyándonos en sus promesas y obedeciendo su Palabra, desechando todo lo que sirva de piedra de tropiezo para nuestra vida espiritual
Estoy convencida que sin la ayuda de Dios no podríamos vencer, por lo que es necesario acercarnos al Todopoderoso, nuestro Señor y Salvador Jesucristo y apoyarnos en Él, no confiando en nuestras propias fuerzas o capacidades.
Que mueva a nuestros hijos a bendecir con sus labios, su corazón y su vida a quién está pendiente de sus vidas y los atiende, Dios
Nuestros hijos deben tener un corazón agradecido ante Dios, la gratitud es una virtud del verdadero cristiano; mostrar agradecimiento por la vida, por su amor y su misericordia; nuestros hijos deben aprender a ser agradecidos con Dios por todos los días de su vida.
La gratitud es el sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o querido hacer, y a corresponder de alguna manera.
La gratitud es una actitud que nace del corazón al reconocer que se ha actuado en nuestro favor o beneficio; nos motiva a corresponder en igual o mayor manera con el solo propósito de alegrarnos al devolver la acción.
La gratitud es una acción que nos mueve a alabar a Dios y servirle con todo nuestro ser, con actitud reverente y humilde
No podemos permitir hijos desagradecidos e indiferentes ante Dios; es nuestra responsabilidad inculcarle este sentimiento y este deseo de servir a Dios por todo lo que hace por él y por su familia.
Cuando reunimos las condiciones para la oración trazadas en la Palabra de Dios, recibimos misericordia y gracia, las cuales descienden del mismo trono de gracia, sobre el cual está sentado Aquel que nos amó hasta la muerte, y aún más allá de la muerte, y quién puede más que satisfacer los desesperados clamores y los anhelos inefables de nuestros corazones.
G randes bendiciones que se manifiestan en forma de
R iqueza infinita preparada y sazonada para mí con
A mor desbordante y profundo que demuestran la
T ernura que Dios nos da sin límites y contienen la
I ntegridad y fidelidad que me ha demostrado.
T odo para atenderme cuando me dirijo en oración y
U ngirme con su bendición infinita.
D ios, mi amigo y Padre que siempre estará conmigo.
"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:15-16)
La recompensa más grande que puedes tener es ver a tus hijos descansar en Dios; ver como ellos dependan de Él en cada momento de su vida; verlos siendo agradecidos, viviendo una vida gozosa y dedicada al servicio del Señor; puedo decirte con toda confianza: “es tranquilidad a tu vida.”
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